descansa un perro
viejo,
pasea distraída una
mariposa
sobre la hierba
salvaje.
El invierno ha
sembrado
un caótico manto
verde,
oasis de mirlos y
gorriones.
Monótono zumbido de
moscas
en la pereza de la
tarde
de soleado poniente.
Alegra este bullir
sensual
mientras ecos de
tristeza
quieren atraparte.
Bella simplicidad de
la vida,
que, obstinados,
descomponemos
en complejas
divisiones.
Escucha ese canario
que desprende la
intensa energía
de sus trinos
en esta dulce calma
y mira de nuevo ese
perro,
duerme plácido sin
que nada
le moleste.
Pasa el instante
diáfano
conteniendo el
infinito tiempo.
En la puerta
entreabierta,
un gato acecha
codicioso
pero ahora no es
hora de caza.
¡No hieras la paz!
Ahora también busca
el sosiego.
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