Vence la hora, no hay vuelta atrás

 Vence la hora, no hay vuelta atrás,
el universo decide.
Abierto el plazo para la salida
y mientras, guardar en la mirada
las nubes blancas que avanzan con decisión
llevadas por las manos del viento
sobre el cielo azul de este día.
Forzar los sentidos a retener
las efímeras sensaciones
hacerlas perpetuas en la recóndita isla
donde hallar siguiendo un mapa su tesoro.
Recorran ligeros los nervios sin polvo de olvido,
tracen sus senderos y los desvíos obligados
para volver siempre a esa estancia
donde se recrean las formas y los sonidos
recogidos al amparo en el rincón de la memoria.
¡Ah!, a veces amiga y a veces, caprichosa
juega al escondite,
aprovecha nuestra torpeza.

Mañana, desde otro horizonte,
abrir sus ventanas y al entrar un sol
se cubran de luz sus detalles,
mostrándolos nítidos con el mismo brillo
de todos los ayeres,
igual que este presente hará
uno más de los suyos.
Paisaje íntegro y generoso es la vida
encerrada en cada corpúsculo de este existir.
Ser peregrino que siempre halle
el cálido abrazo
y el amable hospedaje
para continuar el camino.

Han marchado las lluvias

 Han marchado las lluvias.
En el traslúcido cielo
se esparcen hebras de nubes,
se enciende la claridad
de un sol de tarde,
suave y diáfana.

Soñar si los pasos no avanzan

 Soñar si los pasos no avanzan,
dormir y que vuele el espíritu
por los infinito territorios.
Ante la quietud de nuestro cuerpo,
encarcelados los actos,
el alma escapa de esa muerte
¡y vive!

Estos hilos de lluvia

 Estos hilos de lluvia
son barrotes de mi cárcel.
Encierran tras el cristal
la soledad y su silencio.
Fuera, se apaga el mundo
lentamente
y la carne triunfa cada mañana.
Los ojos cansados de rutinas
esperan su descanso,
mientras, al amanecer,
despierta la fe engañada
con los alegres trinos
de estos mirlos negros.

Él siempre quiso llevar encima su reloj

 Él siempre quiso llevar encima su reloj,
no desprenderse de la certeza
de estar vivo.
Lo llevaba en su delgada muñeca.
Castigadas sus venas,
cubrían su piel extensos lagos púrpuras.
Ese reloj, talismán contra la muerte
lo traicionó, paró su tic tac.
Dejó de girar sobre las horas cotidianas,
abandonó toda rutina y cuidado,
huérfana quedó la mano de su cadena
y helado el latir de su corazón.
Hoy su esfera de cristal,
sus agujas impertérritas,
me miran desafiantes,
su callado ritmo amenaza y recuerda
el último aliento.

A pesar de las nubes

 A pesar de las nubes la noche es clara, las lleva el viento y a ratos cubren una luna que crece cada día. Al cruzarse por encima su claridad, deja rastros luminosos, bordes de un gris teñido de burdeos. Es noche profunda y sin embargo, parece el inicio de un nuevo alba. Perfila la luz clara con maestría este mundo que duerme. Sobre ese fondo misterioso  emerge la rotunda presencia de una iglesia, trazado cada detalle con limpias líneas. No hace falta un sol para mostrarla en toda su grandeza. Hacia poniente donde se hacen nudo las tinieblas, se levanta suave una espadaña  culminada por una rústica y pétrea cruz. Al este, buscando la luz, está la torre del campanario, hermosa silueta con los cuatro arcos de sus ventanas huecas tragando todas las sombras. Con su viejos yugos de madera y solo tres campanas silenciosas. Dentro, a resguardo, dormitan las palomas.
En esta noche de clara luna, bañada de gruesas nubes cargadas de lluvia, el insomne antes de rendirse al sueño, respira su belleza y deja acariciar su rostro por este aire frío. Son como estas nubes claras y oscuras, muchedumbre brumosa que huye hacia otro firmamento, abandonado el espíritu al reposo. Madrugada de este cielo sublime que contiene todos los miedos y todas las promesas, la amenaza de la incertidumbre y el consuelo de la esperanza.

No entender nada

 No entender nada.
Después de este fuego
abrazar la decepción gélida
de la noche del desierto.

Como estar perdido en el bosque

 Como estar perdido en el bosque
para volver a soñar y jugar
con las piezas de otro paisaje.
Igual que al alba el sol calienta
la piel y derrite el rocío
y resplandece bajo la escarcha sombría
el verde prado luminoso.
Así retoma el cuerpo la confianza
se acomoda en el espacio.
Los miembros van ligeros,
no están ceñidos los brazos ante la intemperie.
Comienza a recibir el calor de su abrazo
amable, cálido, amigo.
Con el corazón en calma,
entrever tras las enredadas ramas el claro,
sin buscarlo traspasar la linde de lo oscuro.
Ya no tiemblan los pétalos de esta flor,
habita el territorio de su refugio.

Qué sigiloso paso

 Qué sigiloso paso
lleva esta mañana.
Qué confusión de ecos
recorren las calles.
Y pretendes de cansancio
levantar castillos,
si va esta pereza en reposo
de piedra en piedra
y deja abandona a la sombra
la voluntad frágil.
Traes las suelas manchadas de cenizas
y harás huellas de lodo
cuando caiga la tormenta.

La línea

 Opinemos todos:
la línea está torcida, recta,
ondulada, zigzagueada, diagonal, secante.
La línea está segmentada,
infinita, perpendicular, cortada,
tangente, paralela, superpuesta,
discontinua, quebrada, clara y difusa.
La línea es una raya,
marca en el espacio,
borrón sobre las letras,
coordenadas de abscisa y ordenada.
La línea imaginaria,
líneas que convergen o divergen,
líneas hechas punto a punto,
líneas dispersas fueras del plano,
líneas que señalan, subrayan,
tachan, enmarcan y encierran
sostén caligráfico, mapa y guía.
Líneas en cruz y encrucijada.
Línea oculta, fantasma,
central, repudiada, solitaria.
Líneas sólidas, finas y gruesas,
líneas que forman figuras,
dan volumen y área.
Línea luminosa, emocional,
normalizada, funcional, inútil.
Líneas radiales, elípticas, caóticas,
clandestinas líneas entre sombras.
Líneas mixtas, cerradas y abiertas,
profundas.
Líneas simbólicas, espirales, fractales,
predecibles.
Líneas infértiles, procreadoras,
fanáticas y cuerdas,
tan escrupulosas que ni se tocan.
Para opinar toda una gama geométrica.

Mi línea es rúbrica personalizada
sin patrón ni molde.
Prefiero la línea errática, crítica, curiosa,
compleja, la antítesis, la imperfecta,
aquella que mi boca modula
y pronuncia la palabra,
ese hilo salivar que produce mi lengua,
dendritas ramificadas de mi cerebro,
estrellas fugaces que recorren mi médula,
humor nutrido que vierte savia
a mis entrañas.

Nadar a ratos y dejarse llevar

 Nadar a ratos y dejarse llevar
por la marea.
Nada y mécete.
Nada somos,
simples pinceladas de azul
sobre un inmenso océano.

En los infinitos espacios

 En los infinitos espacios
va libre de la carga de la carne,
por el aire camina con pies etéreos
su sustancia.
Es contraría melodía a nuestros oídos
y esta recia piel no está hecha
para notar su sutil roce.
Qué decir de los ojos
que sin fe caminan,
atados a la luz que entra
en sus pupilas con sombras,
¿cómo distinguir su brillo transparente?
De aquel jardín oculto
no llega el aroma de sus flores
y, aunque la boca en silencio
capte un sabor indefinible,
solo el corazón atiende el recado
de sus líquidas palabras.

Búscame allí donde se ocultan las sombras

 Búscame allí donde se ocultan las sombras
tras robarle la luz a los objetos.
Si arañas el envés del espejo verás
la transparencia de tus desvelos.

Mientras la luna sale,
cierro los ojos y rezo.

Búscame allí donde se forjan los colores
que el tiempo tiñó de negro.
Si descorres todos los velos verás
el brillo azabache de aquel cielo.

Mientras el sol sale,
abro los ojos y muero.